Contra el sensacionalismo mediático


Luis Josué Lugo

Recientemente diversos medios de comunicación difundieron fotos de Ingrid Escamilla, joven de 25 años quien fue asesinada por su pareja. A este hecho se sumó que por redes digitales circularon imágenes del cuerpo mutilado de la joven. Poco después esto traspasó las redes y también se llevaron dichas fotos a medios tradicionales, sobre todo en diarios de nota roja, tales como El Gráfico, La Prensa y Metro (los cuales inclusive agregaron encabezados sensacionalistas).

 

¿El trasfondo? Del lado digital, el interés de obtener viralidad, es decir, “muchos likes”, o bien, a un gran número de personas compartiendo el contenido, lo que se refleja en números altos para los medios. Y en el plano tradicional, la venta de más diarios. Sin importar los costos a la privacidad de la familia de Ingrid, ni tampoco el respeto al cuerpo de una persona que dejó de existir, así como fenómenos como la re victimización.

 

Además, se pasan por alto tres aspectos: la dimensión social de tal hecho al normalizar dicha violencia que incluso puede crear un shock social; una cuestión moral de medios que sin ética ni escrúpulos ponderan el dinero por encima de su labor de contextualizar e informar; y por supuesto, una razón legal, que establece un protocolo de actuación para medios de comunicación, asumido por diversas instancias nacionales e internacionales.

 

Y es que, la sobre exposición a dichas imágenes puede provocar un fenómeno de shock social, lo cual, además de “normalizar” dicha situación en la vida diaria, en algún sentido inmovilizaría a determinados sectores, como bien lo ha estudiado en otros casos, la especialista en Ciencias Sociales Naomi Klein. Aunque, contrario a dicho fenómeno, tales hechos parecen haber indignado a un fuerte sector poblacional, encabezado por colectivas feministas, quienes han pasado a una indignación social que ha resonado en las calles, sobre todo de la Ciudad de México (y que inclusive han intensificado sus legítimas protestas).

 

Por otro lado, no debe perderse de vista que los medios de comunicación coadyuvan a que las personas construyan parte de su realidad social. Por lo que, si bien debemos advertir que no ejercen influencias directas, sí es cierto que deben pensar en que su labor informativa es fundamental para formar ciudadanías críticas que puedan participar en los marcos de la democracia.

 

Punto que precisa de la escucha entre todas las partes involucradas, por lo cual parece un punto positivo el que ya se estén sosteniendo mesas de diálogo. Por ejemplo, miembros del colectivo “Ni una menos” pudieron reunirse con el director de La Prensa, en la cual mencionaron que esas fotos violentan a todaas las personas que las ven, por lo que se están proponiendo más mesas de trabajo.

 

Tampoco debe olvidarse que en lo legal la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tipifica como práctica violenta dicha exposición de imágenes, “tanto de los derechos de las personas detenidas y/o puestas bajo la responsabilidad de las autoridades, como de las víctimas del delito”, según la periodista Carolina Lomas.

 

También la la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, en su artículo 9 menciona que no se debe “promover el odio y la violencia a través de mensajes e imágenes en los medios de comunicación”. Además de otras iniciativas como la  Ley General de Acceso de las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, así como la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión.

 

Aunque, quizás también cabría echar un vistazo a algunos debates internacionales que la publicación de fotos sensacionalistas ha propiciado. Por ejemplo, en España la periodista Barbara Celis menciona: “La prensa no es las redes, y no debería ponerse al nivel de las redes. Debería cuidar sus contenidos, no dar pie a confusión. No alimentar el morbo, ofrecernos información, no espectáculo. Es un error prescindir de la figura ‘editor’ que debería tener aún la prensa”.

 

Y es que, siguiendo tal idea, un punto fundamental es que se entienda la importancia del periodismo como herramienta no sólo de venta, sino de formación de ciudadanos críticos. Y para ello se necesita más que “imágenes morbosas”, toda vez del contexto delicado que vive el país, y que se muestra en las protestas que acontecen en las calles.

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